
Eurovisión, el increíble caso de Salvador Sobral
- Detrás de este acontecimiento que ha generado tantas voces, analizo todo lo que ha pasado en torno a este curioso caso que ha desmontado clichés y ha dejado un claro mensaje: La simplicidad de una canción también puede ser protagonista en Eurovisión.
Ha ganado la autenticidad, al frente Salvador Sobral, un joven intérprete carismático, brillante y fiel a si mismo. Ha llegado a las ruedas de prensa vistiendo un jersey de apoyo a los refugiados y ha dicho abiertamente que nunca había seguido eurovisión y defendiendo una emotiva canción portuguesa compuesta por su hermana Luisa, «Amar pelos dois» ha calado por sorpresa en Eurovisión con una puesta en escena sobria sin más alarde que la propia riqueza musical como protagonista. Contra todo pronóstico ha ganado la simplicidad y lo clásico, algo fuera de lo común, quizá por eso… aunque me gustaría pensar que no.
Al recoger su premio el mismo Sobral pronunció lo que ha sido para tantos la sentencia de su victoria: «Vivimos en un mundo de música «fast food» sin ningún tipo de contenido. Creo que mi victoria puede significar mucho para la gente que hace y escucha música con un mensaje claro. La música no son fuegos artificiales, es sentimiento, tratemos de cambiar esto y devolver el valor que merece.» Un atrevido mensaje que ha sido aplaudido por la escena musical más conservadora y por aquellos que habían perdido la credibilidad de este concurso pero criticado también por algunos compañeros y eurofans que defienden el espectáculo y la diversidad de estilos.
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Portugal por primera vez en la historia se ha ganado el micrófono con mucha dignidad. A pesar de contar solo con España como país vecino para el recuento de votos, que tanto se ha hablado que influenciaban en la votación, esta vez tales preceptos no han sufrido las consecuencias. El humilde país que ni quiso presentarse el año pasado al festival por los altos costes que generaba y que este año con el cambio de gobierno ha decidido invertir en cultura, sabiendo la proyección que representa una plataforma que cuenta con 200 millones de espectadores, esta vez ha dado en el clavo. A pesar de no contar con mucho presupuesto es de admirar que se hayan preocupado por presentar una apuesta de calidad. Para ello, sirva de ejemplo a nuestro país, basaron sus mejores esfuerzos en un buen trabajo de pre-selección a través del Festival da Cançao donde buscaron al candidato.
Tuve la suerte de conocer a Salvador cuando viví en Mallorca, coincidí con el en el Blue Jazz Club, en la jam session que había cada semana en el hotel Saratoga. El circuito no es muy grande y si te mueves o has movido por allí es fácil terminar conociendo a todos los músicos de la isla, que por cierto destacan por su talento y pasión por la música, prueba de ello son la cantidad de salas como Vamp Café Concert, Bluesville, Jazzvogeur, Sala Trampa, Shamrock y muchas más que programan o programaron música en vivo, a pesar de no ser uno de los negocios más rentables de estos tiempos.
La ruta mallorquina de Salvador Sobral, ganador de Eurovisión
Desde el primer momento que le vi actuar me invadió ese orgullo de espectador que sabe que está en frente de algo único y valioso. Brillaba, tenía carisma y talento. El hecho de que un chico tan joven se manejara tan bien en un estilo como el jazz tan poco común entre jóvenes hacía que llamara más la atención si cabe. No era solo buen cantante, tenía visión musical y podía comunicarse perfectamente con el resto de músicos a la vez que improvisaba con soltura, algo que no es fácil de encontrar. Estos atributos sumado a que transmitía y tenía personalidad, eran toda una proyección, pero ahí estaba buscándose la vida en salas de poco aforo sin ningún tipo de oportunidad más allá que la de ganarse el pan de cada día y sobrevivir a un futuro incierto. Hace justo un año este era su escenario:
Pero de repente sucede un milagro y un artista como Salvador Sobral es descubierto y valorado por las masas. De un día para otro pasa de tocar en salas, a llenar teatros, allí donde ayer no le concedieron ni una fecha. Y ese disco que grabó de forma independiente y por el que ninguna discográfica apostaría un duro por no ser comercial, ahora se convierte en número uno de ventas.
Pues esto señores y señoras es la música y la cultura. Tan cruda y tan real como que algunos «Salvadores» aún siguen perdidos en el anonimato, con talento a raudales, formados, fieles a si mismos, dando su vida por y para la música, ensayando, creando música y trabajando cientos de horas que nunca serán pagadas, tocando para un público que muchas veces no es el más agradecido y que incluso se quejará por pagar una entrada de 10e a un artista que no conoce pero que luego se gastará en ese mismo lugar 10e en una copa escuchado cualquier grabación de moda que esté sonando en las radios y que quizá un día viendo por casualidad la actuación de un humilde y desaliñado joven en Eurovision se emocione y piense: qué bien canta este chico, esta vez ha ganado la música y la cultura…