
El reflejo y el abrazo
– ¿Has visto cómo te persigue?
– ¿Quién?- contestó mientras me miraba extrañado.
– La ansiedad.
– Si… – dijo recapacitando.
– No se va la muy puta, e incluso parece que se hace más fuerte. Pues creo que ahí está la respuesta a todos nuestros males. El problema solo está en nosotros, nos encargamos continuamente de reflejarlo fuera y es por eso que aunque queramos escapar no se aleja.
– He estado pensando en todo y llevas razón, he estado un poco raro estos días, me has sacado de quicio como nunca y realmente era yo que no estaba en consonancia conmigo mismo. No es justo culparte a ti cuando soy yo el único que se ha traicionado a si mismo, pero no es fácil tomar determinadas decisiones cuando sabes que pueden perjudicar a la persona que quieres. Es complicado.
– Si, a mi también me ha pasado, pero ya he comprobado que intentar satisfacer a alguien renunciando a tus propias necesidades no es la mejor solución para mantener el equilibrio.
– ¿Y cómo hacemos ahora para arreglar esto?
– Pues no se, teóricamente deberíamos aceptar nuestras diferencias y comprendernos pero eso es algo que no veo tan fácil cuando hay necesidades enfrentadas… – se palpaba la tensión entre dos partes no dispuestas a ceder y continué sentenciando con frialdad- al final todo va a depender de si nos seguimos queriendo o no, solo eso. Tenemos que ser sinceros.
Se coló un vertiginoso silencio. En ese momento imaginé mi vida sin él y mi corazón se encogió como nunca, al ser consciente de mis palabras y de la gravedad del momento no pude disimular mi melancolía, entonces nos miramos con timidez a los ojos y comprendí que no todo estaba perdido.
– ¿Nos damos un abrazo? – agregó y suspiré aliviada…
Sorry, the comment form is closed at this time.